Pediatría

Salud Mental en Niños y Adolescentes: Una Crisis Silenciosa Que Crece con la Edad

La salud mental en niños y adolescentes está en crisis, evolucionando desde problemas emocionales en la infancia hasta trastornos más graves en la adolescencia. Conoce las señales de alerta y cómo actuar en cada etapa para proteger el bienestar de las futuras generaciones.

  • 19/01/2025 • 12:36

La salud mental de niños y adolescentes atraviesa una crisis global sin precedentes, que afecta a las generaciones más jóvenes de manera alarmante. Desde los primeros años de vida hasta la adolescencia, los desafíos emocionales y psicológicos evolucionan y se agravan si no son atendidos a tiempo. Entender cómo varía la salud mental según la edad es clave para prevenir y tratar los problemas antes de que se conviertan en crisis mayores.

Primera infancia (0-6 años): la base emocional
En esta etapa, la salud mental está profundamente influenciada por el entorno familiar. Niños expuestos a estrés en casa, como conflictos, violencia o separación de los padres, pueden desarrollar ansiedad o dificultades para manejar emociones. Las señales de alerta incluyen problemas para dormir, rabietas excesivas y dificultad para establecer vínculos afectivos. Aquí, la atención temprana y el acompañamiento emocional de los cuidadores son esenciales para construir una base sólida de bienestar.

Etapa escolar (7-12 años): presión social y académica
Durante los años escolares, los niños enfrentan nuevas demandas sociales y académicas. El bullying, la presión por el rendimiento y la comparación constante pueden derivar en trastornos de ansiedad, déficit de atención o depresión. A menudo, los niños internalizan estas emociones, manifestando síntomas físicos como dolores de cabeza o de estómago, o cambios de comportamiento como aislamiento o irritabilidad. En esta etapa, las escuelas juegan un papel crucial al fomentar ambientes inclusivos y brindar apoyo emocional.

Adolescencia (13-18 años): el punto crítico
La adolescencia es la etapa más vulnerable para la salud mental. Los jóvenes enfrentan cambios hormonales, conflictos de identidad y una constante exposición a redes sociales que alimentan inseguridades y comparaciones. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), los trastornos como la depresión, la ansiedad y el estrés son comunes en este grupo, junto con un preocupante aumento de autolesiones y pensamientos suicidas. Las señales de alerta incluyen cambios abruptos en el comportamiento, aislamiento social y expresiones de desesperanza.

 

¿Cómo responder a esta crisis?
Las soluciones deben comenzar desde el hogar, fomentando una comunicación abierta y libre de juicios. Las escuelas también son fundamentales: programas de educación emocional, formación para profesores y acceso a servicios psicológicos marcan una gran diferencia. Además, es crucial combatir el estigma en torno a la salud mental, garantizando que los jóvenes y sus familias busquen ayuda sin temor.

La inversión en salud mental desde las primeras etapas de la vida no es solo una necesidad, sino una responsabilidad colectiva. Proteger el bienestar emocional de niños y adolescentes es garantizar un futuro más saludable, resiliente y esperanzador para nuestras generaciones.

 

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